domingo, 14 de enero de 2024

Ideal Unionista - RUBÉN DARÍO. Por: Gastón Baquero. El Centroamericano. León, Nicaragua, C.A. 8 de Julio de 1966.

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¿Estaría el poeta en Chile cuando se hizo 
esta foto o habría llegado ya a España?

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(Por Gastón Barquero, Jefe de Redacción de “Diario de la Marina” hasta su clausura” por Fidel Castro).

    En 1889 llega Darío por segunda vez a El Salvador, viene de Chile, acaba de publicar Azul. El presidente salvadoreño era. F. Menéndez, un hombre enamorado de la Unión. Rubén ha contado el encuentro con el gobernante. “Era –dice, uno de los más fervientes partidarios de la Unión Centroamericana, y hubiera hecho seguramente el sacrificio de su alto puesto por ver realizado el ideal unionista que había sostenido Morazán, Cabañas, Jerez, Barrios y tantos otros. Esos días se trataba cabalmente de dar vida a un nuevo movimiento unificador, y es claro que el presidente era uno de los más entusiastas de la obra”. Y añade Darío: “A los pocos días me mandó llamar y me dijo:

    ---¿Quiere usted hacerse cargo del diario que sostenga los principios del a Unión?

    ---“Desde luego, señor Presidente--, le contesté.

    “En efecto, no pasó mucho tiempo sin que yo estuviera a la cabeza de un diario, órgano de los centroamericanos que, naturalmente, se titulaba “La Unión”.

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    Rubén, que fue periodista toda su vida, que ganó su pan con el trabajo para diarios y revistas hasta pocos días antes de morir, iba a dar muestras de que podía y sabía dirigir un periódico doctrinal. Fue él quien escribió el editorial de presentación, que servía de programa para el nuevo diario. Recogió los principios contenidos en el “Pacto de San Salvador” que habían firmado los ministros de las cinco repúblicas.

    “Pensadores: que en vez de las sombrías nubes que ha amontonado el separatismo vuelvan nuestras ideas vencedoras a los altos ideales, como águilas bajo relámpagos. ¡A la obra! Nuestro Darío0 espera el contingente de vosotros; que soplen vuestros pulmones y él será la trompeta. “La Unión” persigue y desea que nos inundes de tus claridades, ¡Ah Progreso!, y que sobre nuestras cabezas se extiendan, con ruido glorioso tus alas sonoras, ¡Oh Libertad!”

    ¿No es emocionante esa página de Darío, de quien un conocimiento externo de su obra ha hechos pensar a muchos que era un desarraigado, un parisiense de alma y de voluntad? Dios después muchas otras muestras de amar la unión de Centroamérica. Él es uno de los grandes precursores de realizaciones como el Mercado Común Centroamericano, la ODECA, la Unión Universitaria y de Cultura, que son la más bella promesa de un gran futuro.

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    Rubén se sintió desde su primera mocedad un ciudadano de todas las naciones de Centroamérica. Hay que observar que cuando Darío dice “La Patria”, se está refiriendo indistintamente a su Nicaragua natal o (a) El Salvador que amara tanto, o (a) Guatemala, (o) a Honduras o (a) su Costa Rica. De manera natural, ingénita casi, siente por suyos a todos los vecinos y constituye un fuerte símbolo su identificación temprana con el magno varón salvadoreño Francisco Gavidia, como es también un símbolo el que luego vayamos a encontrarlo, ya como cónsul de Colombia, ya como Enviado argentino, ya como Delegado de Nicaragua, o como Diplomático de Costa Rica, o Vocero de Honduras… naturalmente, un espíritu abierto hacia el cielo no se queda ni aún en la asamblea de vecinos, por muy naciones de cuna. Muy temprano saltó a Chile, y de allí un estirón semejante al que diera cuando entró en contacto directo con Gavidia. Luego, la Argentina pudo sentirlo vivamente como hijo leal suyo. Todo el Continente americano se le volvió patria. En su porvenirismo, en su visión de lo que el mundo será un día, cantó la Unión de los pueblos de América, entendiendo por tal lo que el propio Dios entendió, o sea, todos los pueblos del Nuevo Mundo, desde el Septentrión hasta el confín austral. En Rubén, a los nicaragüenses se suma lo centroamericano: a esto se suma lo continental hispanoamericano, con España a la cabeza, y a todo ese resplandor y gozo de la Unión agrégase la porción no ibérica del Nuevo Mundo. Es la concepción ecuménica de la vida y de la cultura, de la historia y de la acción cotidiana del hombre. Se vive para el mundo, no para la aldea. Esto se ilumina en la sucesión de los poemas rubenianos: “Salutación del optimista” se continúa con “Salutación al águila”, como “Fuertecotzimi” se extiende hasta cristalizar en “Canto a la Argentina”. Rubén va de lo local a lo universal, y la Unión es el camino, la Unión es el viaje.

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    No pierde amor a su tierra, a su cuna original, porque haya levantado su vuelo hacia el mundo. Toda su ternura reaparece ante la evocación de los nombres que eran sus dioses lares: Nicaragua, León, Momotombo, París no le borra el amor al gran Nicaragua. Se va siempre, pero siempre vuelve. A la hora del dolor supremo, la tierra suya lo llama con hondo clamor, y allá fue a morir.

G.B.

“(Mundo Hispánico” de Madrid publicó en su edición de mayo el texto íntegro de esta admirable prosa de Baquero, exaltante homenaje a Darío).

-- C. D. M.

sábado, 13 de enero de 2024

OBJETOS QUE SOBREVIVEN AL PASO DE LOS TIEMPOS. Por: Edwin Sánchez. En: El Nuevo Diario. Lunes 8 de Agosto, 1994

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END recorre la tienda de un anticuario
Antigüedades "La Botija"

    Un reloj de bolsillo Hamilton, una victrola de 1903 con megáfono en flor, que suena un vals italiano, una pintura en vidrio de 1931, la cama donde durmieron parejas de toro siglo: todo forma un mundo que no quiere ser sepultado por el olvido. O mejor, por la comodidad de apretar un botón y accionar el rayo láser.

Lilibeth Morales hace sonar una victrola de consola. Ahí escuchará a Víctor M. Leiva con sus primeras grabaciones. (Molina). 

    El anticuario Eduardo Pérez-Valle disfruta de este mundo aparte, sumergido casi en una pompa de jabón Camay. Aquí, en el Centro Cultural Managua, hay una parte de la Managua vieja, en fotos postales, en imágenes que tratan de alimentar la vacía memoria de las nuevas generaciones.

    ¿Se imagina usted mirar a un grupo de bañistas disfrutando de las playas de Poneloya, pero allá cuando la historia no sabía nada de Sandino, en 1922?

  Aún en esos tiempos, había su gente que buscaba con desesperación el mar aprovechando la Semana Santa, aunque dicen que antes ni siquiera se podía escupir.

    En el álbum de la historia no contada nos asomamos al Xolotlán, a lo que era entonces el parque Rubén Darío, a los viajes en el tren, muerto en los 90 por pura desidia oficial; y rostros, rostros de comienzos del siglo, sobrios, difíciles, como si supieran, en el inmortal instante en que fueron registrado por el obturador, que iban a ser posteriormente exhibidos en estas tiendas de la eternidad.

Tienda de eternidades
Esta victrola tiene de sonar nada menos que un siglo. Y la música surge nítida de su parlante en flor. Pero la tienda de antigüedades de don Eduardo Pérez Valle y Lilibeth Morales también tiene camas (de bronce) donde durmieron parejas del siglo pasado, y otros objetos que desafían al tiempo. 

    Poco a poco, esa moda de adquirir un fonógrafo con los discos de Juan Pulido y su orquesta argentina que toca Besos y Cerezas, un fox trot, crece. La tente parece no conformarse con los Discos Compactos: desea tener esos discos realmente duros, casi irrompibles y a prueba de fechas.

    En un hermoso mueble de la época, está una riquísima colección de los primeros acetatos que la Víctor Talkin Machine lanzara al mundo. Miren ustedes por ejemplo a José Baros con su ¿Qu trajo Pachita?; el Rigoletto: É il sol dellʼ anima duetto Duca e Gilta, atto 1 (de Verdi), grabado nada menos tres años después que arrancara el más raro y peligroso de todos los siglos, exactamente el 22 de septiembre.

    Buscando y buscando en los rescoldos del tiempo, hallamos al “Otello Brindisi” con la Orchestra de Ernesto Badini, y claro, entre los pioneros de la música grabada nos encontramos con don Víctor M. Leiva y su canción “Cara de León”, tocada por José Robleto y su Trío Pinolero.

LOS COMPACTOS DE LOS AÑOS 20

    Hay otra composición, “Noche de verano”, con Champú Musical. Es interesante notar detalles como al que los discos “Columbia” son discos con un nuevo procedimiento eléctrico vivo-tonal, que representan la más alta realización en la fabricación de discos, estando completamente libres de ruidos de superficie. Estos son os únicos discos sin ruidos”. Así afirma la compañía.

    En la casa del anticuario vemos un retrato de don José Esteban González, hecho el 16 de diciembre de 1931, otras fotos de 1925, y un reclinatorio que Lilibeth Morales Montiel muestra como una de las piezas de gran valor.

   Según Lilibeth, su tienda es la única especializada en antigüedades, pero el trabajo no es estrictamente lucrativo.

    Eduardo Pérez Valle dice que una vez alguien llegó a ofrecer 600 dólares por una victrola, pero él le dijo que mejor buscar un equipo de sonido con Disco Compacto. Realmente hay que valorar ese invento del perrito asomándose al megáfono.

    En estos tiempos de hacer cualquier cosa mediante un botón, resulta muy raro ver uno de estos aparatos. Usted tiene que darle 16 vueltas a la manigueta para que suene un disco de unos cuatro o cinco minutos. Sin duda, para animar una fiesta, el encargado debe calentar como un lanzador.

    Los que se dedican a este tipo de negocio secular tienen que tiempo al tiempo: revelar el inventario, ingeniárselas para tener a disposición piezas realmente de colección como los relojes de leontina que Sacasa regalaba a los gerentes del Ferrocarril del Pacífico de Nicaragua.

    Aquí se encuentran además pinturas religiosas, imágenes, monedas y muebles con un acabado que ya es imposible lograrlo en esta época.

    Se ha perdido el arte del tallador, lamenta Eduardo. La estirpe de los maestros de la madera parece que se extinguió con el tiempo.

    Sobre las imágenes, Eduardo dice que hay que actuar con sumo cuidado. Se debe conocer qué imagen es para los milagros y cuáles para la venta.

    Si a usted alguien le llega a vender una estatuilla de más de 45 centímetros ni siquiera se acerque en broma. Estas son de iglesia y usted podría verse en problemas, no con el Cielo, sino con la policía.

Un trabajador del Anticuario muestra "una vajilla de plata de otro siglo".

    Experto en esto de saber seleccionar al santo, Eduardo cuenta con imágenes el siglo XVIII, pero parece que no le atrae nada relacionado con la iconografía: prefiere, mejor, candelabros de plata de Granada del siglo XVII o monedas de esos años.

    De una vitrina saca una monedad de Felipe V, acuñada en 1734. Pero si puede negociar algún objeto español, se detiene cuando se trata de la cerámica prehispánica. “Estoy contra eso”, le oirá usted decir.

    Lilibeth y Eduardo hicieron suyas estas palabras con música de lema: Lo antiguo es bello. Y se sienten rodeados de lo que el calendario les dejó.

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martes, 9 de enero de 2024

LAS ESPINAS ESTÁN MADURANDO. Por: Eduardo Pérez-Valle. Junio de 1944.

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LAS ESPINAS ESTÁN MADURANDO
en torno a mi frente.
Oh sangriento dolor que alimentas
los frutos maduros,
oh savia bermeja
que salió del surco,
dad calor que madure los frutos
junto a las espinas!

Ved sonriendo las manos del justo
cerca de mi frente:
van cortando los frutos maduros
que la seca espina
taladrando mis sienes produjo.

Seguid las espinas
hiriendo en el surco!
Quiero ver acercarse a mi frente
las manos del Justo,
que sonríen llevando a mi Padre
los frutos maduros!

E. PÉREZ-VALLE

VI. 1944

EL LEÓN DE SIEMPRE. En: Revista "La Patria". León, 16 de diciembre de 1919.

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    Ese pueblo tiene un modo de ser tan particular y tan distinto de los pueblos de la República, que bien merece que se diga algo respecto a su genio. Es romántico y soñador, y por consiguiente, nada práctico, es capaz de los mayores entusiasmos y de las más arriesgadas empresas; pero inconstante, idealista y de impresiones fugaces; de allí sus fracasos políticos y su amodorramiento. Es heroico, pero si no corta de un solo golpe el nudo Gordiano, cree que los dioses de la guerra le son adversos, y se declara en derrota. Es noble, más su nobleza llega a tanto con el enemigo, que no sólo lo perdona, sino que le da armas para que lo asesinen. Es cristiano, y su cristianismo es tal, que olvida las injurias, disimula las ofensas, mata el hambre y la sede de os que le hieren, da riquezas a los que le odian, alberga en su seno, con cariño a sus verdugos; recibe con honores a sus carceleros y condecora a los que se atreven a sujetarlo de las crines. León ha sido tildado de orgulloso, y no lo es: cualquier lechuguino persona, pero con tal que no sea del lugar y se de aires de lord. León es tenido como libre-pensador, y no lo es: allí es donde impera más el fanatismo, donde se reza de corazón a Jesucristo, quien verdaderamente vive y reina en las almas y no en el recinto de las oficinas públicas; León ha sido estigmatizado de ingrato; eso sí. Pero sólo con sus hijos, con sus pensadores, con sus héroes, con sus literatos, con sus artistas y con sus hombres de ciencia.

    En los años que tengo de vida, me he cerciorado de esta dolorosa verdad, de este hecho real e indiscutible, que apena y entristece. Máximo Jerez, Rubén Darío, Santiago Argüello, Félix Quiñones, Mariano Barreto, José Madriz, Luis H. Debayle, Francisco Paniagua Prado, Modesto Barrios, Francisco Baca p. y Francisco Baca h., Leonardo Argüello, Anastasio J. Ortiz, Paulino Godoy, Remigio Casco (leones por afecto), José de la Cruz Mena, S. Desiderio Pallais y Leocadio Juárez, quién más quién menos, pueden dar testimonio de mi aserto, pues en su vida pública han recorrido esa vía, cuyo punto de partida, es para los que llegan a sobresalir en León –un montículo por Tabor— siendo su término, cuando la calumnia, la decepción, la envidia y la ingratitud han acabado con todas las energías del cuerpo y del espíritu, la áspera cumbre de un Calvario, que se hunde solamente en la tumba. De éstos, Máximo Jerez, Rubén Darío y José Madriz, cuyos nombres inmortales bastan para honrar un Continente y para enorgullecer la raza, probaron mucha hiel y vinagre, fueron apedreados como Esteban y asaeteados como Sebastián; Santiago Argüello lleva muchas cicatrices en los calcañales, de los ofidios que lo han mordido; pero él, como otro Calmette, ha neutralizado la ponzoña que le inyectaran, con sólo el roce de las alas de su intelecto prodigioso; Remigio Casco, víctima de una maquinación que pudiera llamarse diabólica –vio su honor de hombre y de sacerdote, rodando por el suelo; sintió en su rostro el salivazo de la infamia; lo calumniaron despiadadamente. No se tomó en cuenta, para deshonrarlo y escarnecerlo, ni la santidad de su ministerio, ni el raro talento que la Naturaleza le dio para brillar en la tribuna, triunfar en la polémica y para dar, timbre y gloria, a las letras patrias, como uno de los escritores más gallardos de América; Félix Quiñones, Mariano Barreto, Lus H. Debayle, Francisco Paniagua Prado y Modesto Barrios, no han, hasta la fecha, recibido de ese pueblo, a quien ellos han dedicado, desde la juventud, todas sus energías y talentos, ni una sola corona de rosas, tejidas por un cariño ingenuo y espontáneo o por mano o que no pidan recompensas o favores; pero, en cambio, las ráfagas de la murmuración y la maledicencia les han helado las carnes; y ya hoy, cubiertos de canas, están parados en medio del desierto, viendo pasar la caravana en que van Leocadio Juárez y S. Desiderio Pallais, dos médicos ilustres y de talento, cuyas ciencia y virtudes no fueron justamente apreciadas por la generación que yo conozco, que los relegó casi al olvido y los apartó del círculo profesional en moda. ¿Y Francisco Baca p., Anastasio J. Ortiz, Francisco Baca h., Leonardo Argüello y Paulino Godoy?

    Era el año 1893. En ese tiempo era yo un niño, pero el nombre de los Baca, Ortiz y Godoy, sonaban en los aires como clarines que anunciaban el alba, y sus claras vibraciones resuenan en mis oídos todavía. Godoy, los Baca y Ortiz eran los ídolos de León: los cubrieron de flores; (el montículo de Tabgor) pero vino el año de 1896, y los ídolos, exceptuando, Godoy, cayeron de sus pedestales; los arrojaron al cieno, y los lobos devoraron su reputación de jefes pundonorosos, cuyo único delito fue la derrota. Mas quedaba uno en pie, y también debía caer.

    Estalló la Revolución de la Costa, y para salvar a la Patria, vino Godoy del ostracismo, y espada en mano, salió al campo de batalla a combatir contra el godo; cruzó el suampo para expulsar de su tierra al bucanero; pero el Destino había decretado que el león no podría esgrimir su zarpa, y el que unos meses antes, había entrado como en triunfo, por la calle de la Ermita de Dolores, vitoreado por miles de bocas, al son de los clarines, al estallido de las bombas y los cohetes, al rugido del cañón y escoltado por una inmensa caballería, que fue a encontrarlo a varias leguas de la ciudad; el que era en esos días, por sus prestigios, dueño del corazón del ejército patriota; el que atraía sobre sí las miradas de las mujeres hermosas, que a su paso le arrojaban flores; el que pasó bajo los arcos de palmas y entre una valla de árboles artificiales, cubiertos de banderolas y gallardetes, como en Domingo de Ramos, volvió, poco después del campamentos, decepcionado, envuelto en el silencio, sin el amor de sus subalternos y vito con ojos de sospecha aun por los mismos que le admiraban: Sic transit gloria. Y así León, como Atenas da a Sócrates la cicuta y a Temístocles el camino del destierro. ¿Qué, pues, le espera a Leonardo Argüello? Ya supo del sabor de la mandrágora cuando las luchas de 1912 y 1916, y utópico todavía, no quiere comprender que su pueblo no recompensa más que el éxito, cree sólo en el éxito y oficia únicamente en los altares del dios Éxito, de quien sus caudillos no deben ser nunca abandonados, pues de lo contrario, se hunden para siempre en el abismo de las cosas oscuras. Político, orador y de cerebro pujante es Leonardo Argüello, pero si no triunfa, pasará como pasan las naves… como las nubes… como las sombras…

    Para ser breve, no citaré otros ejemplos, pues se me puede juzgar de corazón mal puesto, omito los nombres de varios de mis coetáneos y otros más jóvenes, que, a fuerza de inteligencia, han logrado distinguirse, en lucha abierta conta la zumba mal intencionada, el chascarrillo hiriente, la murmuración punzante y la envidia que siega reputaciones y guillotina el mérito. Paguaga, Medrano, Vanegas, Juan Carrillo S., Manuel Tijerino, Edmond y Desiderio Pallais h., Juan B. y Gustavo Prado, Lino Argüello, Nicolás Paniagua P., Lara, Abraham Argüello, Alfonso Valle, Pedro P. y Bernardo Sotomayor, Benito y Constantino Hernández, han podido salvar esa barrera que hay para todos los que tienen músculo y fósforo, y haciéndose los sordos a los ruidos de abajo, han dejado pasar la marejada: Laudate pueri Domino. León tiene sus peculiaridades: casi todas las clases sociales, principalmente la alta y la burguesa, se tienen por artistas y sapientes; casi todos creen tener aptitudes para todo: (grave error y gran defecto) para la literatura, la poesía, la oratoria, la política, el periodismo, la música, la escultura, la pintura, la estrategia y otros ramos del saber humano; por lo cual nadie es más que otros y no se reconoce superioridad ninguna, sino hasta que la consagración viene de extranjeras playas, y la nimbada cabeza asoma, anunciada por las trompetas de la Fama y ostentando laureles que no nacieron en los huertos del terruño. Esta y otras razones tengo para asegurar que León nunca podrá tener caudillos y hombres públicos estables, tanto porque es insubordinado e indómito, exigente e intransigente, como porque el último pechero piensa que puede ser estratega, diplomático o Primer Magistrado de la Nación. Por ese motivo es que los presidenciables son muy raros, mejor dicho, no hay ninguno; porque para serlo, se necesita ser un Foch y un Clemenceau al mismo tiempo, ser hacendista, orador y hasta poeta; en suma, en hombre con todas las perfecciones e ingenio de la especie humana. Pero a los defectos apuntados, tiene una gran virtud: sabe honrar a los que traspasan los dinteles del más allá; entierra con regia solemnidad a sus muertos. Dígalo José de la Cruz Mena, aquel mago del pentagrama, que paseaba gemebundo su miseria, como otro Job, por calles y parques, pobre y desvalido, en compañía de Lázaro, y rumiando a solas la pena de que la intriga estuvo a punto de arrebatarle el lauro de la victoria que alcanzó con su vals “Ruinas”, Pero José de la Cruz Mena entró al sepulcro, cargado de coronas y guirnaldas, entre los sollozos del pueblo, los gemidos de la orquesta, que al par de las campanas, brotaban lágrimas sobre el que había tomado los remos de la negra barca y se perdía en las sombras del misterio… Díganlo Darío, Máximo Jerez, Francisco Baca , p. e hijo, Gerónimo Ramírez, Madriz, Ortiz, Remigio Casco y otros más, si al inclinar su frente en el ocaso, no tuvieron su apoteosis y no se vieron sus manes rodeados de toda la pompa feérica de un sol de abril que se sepulta, bajo la lluvia de los pétalos, con que siempre amortajan la Primavera y el Amor las alas de las águilas que sucumben y las de los cisnes que se van…

    Pero Atenas se tornará en Roma. Cartago desaparecerá…

Noviembre de 1919. C. R.

domingo, 7 de enero de 2024

ALMA REPLETA DE MIL COSAS... E. Pérez-Valle - 1944

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1954, 4 DE ABRIL. ¿QUÉ ES LO QUE IBA A PASAR? En: La Prensa. 4 de Abril de 1970.

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Plan de ocho fases falla en la 3ra.

Todo previsto, incluso “La Hora Cero”

    Hoy se cumplen 16 años de la Conspiración de Abril de 1954, sin duda alguna la operación mejor planeada, dentro de las más estricta técnica militar, en los largos años de la lucha patriótica nicaragüense para libertar a Nicaragua del interminable control somocista.

    La operación, concebida con base en las acciones de comandos que rigieron en la Segunda Guerra Mundial, tropezó con la improvisación y falta de preparación de las personas que iban a realizar la acción de armas y se desvaneció en una de las tragedias más dolorosas de la historia nacional.

    LA PRENSA h a entrevistado a un guardia nacional ya retirado, que figuró en las investigaciones de la conspiración trágica y que reveló datos hasta ahora desconocidos sobre el sangriento abril de 1954.

LOS DOCUMENTOS CAPTURADOS

    Con base en los documentos capturados a los conspiradores, nos dice el oficial aludido, que la Guardia Nacional pudo darse cuenta de que el plan general de operaciones, concebido por el Coronel Jorge Ribas Montes, era perfecto en su elaboración y realización.

    Probablemente, nunca se ha enfrentado la Guardia Nacional a las perspectivas de una acción contraria tan bien planeada y que, de haberse desarrollado hasta la etapa misma del ataque, habría puesto a prueba por primera vez al ejército en una operación hostil técnicamente inobjetable.

LOGÍSTICA, FASES, ALTERNATIVAS

    Ribas Montes, un oficial hondureño con estudios en la escuela militar “Francisco Morazán”, la “Escuela Politécnica” de Guatemala y cursos especiales en Estados Unidos, era un hombre de una calma extraordinaria, conciso en el hablar, con una mente que a la vez procesaba ideas humanistas, artísticas y del más puro racionalismo en el arte de la guerra.

    Concibió, dice el oficial Ex G.N., en un “Plan General A”, que era, a la vez un plan de logística y táctica e incluía un plan complementario, con anexos, variaciones y alternativas, o sea todo lo humanamente previsible, todo lo que cabe planear por adelantado en una operación militar de la más pura técnica.

LA LOGÍSTICA EXTERNA

    Entre las numerosas subdivisiones del Plan General A, de Ribas Montes, cuidadosamente se había planeado la “Logística Externa e Interna”, o sea el movimiento del material y personal fuera del territorio costarricense, su traslado a una hacienda atravesada por la raya fronteriza y subsiguiente despacho al lugar4 de embarque en el Lago de Nicaragua, de donde debía llevar la lancha “La Nena” al lugar de desembarco que en el mismo lago y subsiguiente traslado a Managua.

    Aquí debían ser despachados, hombres y material, a las quintas “San Salvador” y “La California”, o sea lo que Ribas Montes llamaba “los puntos de concentración en Managua”.

ORGANIZANDO LOS COMANDOS

    El plan atendía a los más pequeños detalles –dice el oficial ex G.N., pues había en los documentos capturados, especificaciones sobre la capacidad de los camiones, horas de circulación por la ciudad, desde el lugar de desembarco a los sitios de concentración, y cien detalles más.

    Ribas Montes, un hombre delgado, de mediana estatura, pelo entrecano, bien parecido, color blanco, llegaba a Managua por primera vez.

    Sin embargo, por datos de inteligencia militar, probablemente obtenidos con estados mayores de otros ejércitos de Centro América, Ribas Montes hubiera podido “andar a ciegas” en Managua, pues, por referencias exactas, sabía con precisión increíble la distancia en metros y centímetros entre cada uno de los puntos viales de la defensa de la ciudad y las residencias de los más importantes oficiales del ejército.

LOS COMANDOS DE MANAGUA

    Esta parte del plan de Ribas Montes, sigue diciendo el oficial exG.N., incluía la organización de los grupos comandos en Managua, formación de los distintos pelotones y fijación del objetivo de cada uno. De acuerdo con el plan, todos los pelotones debían estar colocados en su lugar, claramente fijado, esperando “la hora cero” para lanzarse al ataque.

    Los datos del ataque, que por primera vez se revelan, eran hasta ahora un secreto militar, pero ha llegado a ser, 16 años después, parte de la historia nacional.

    Ribas Montes concibió 20 unidades en una acción simultánea que considerando lo desprevenido que estaba el ejército sobre los planes, se hubiera apoderado de Managua en una rápida acción impidiendo que una guarnición atacada pudiera ir en auxilio de otra. Las posibilidades de éxito era óptimas en estas condiciones.

    Los objetivos y el número de hombres asignado eran los siguientes:

    Casino Militar y Tercera Compañía—9 hombres.

    Cantagallo y Tercera Compañía— 18 hombres.

    Casa Presidencial— 9 hombres.

    Primer torreón de la Compañía A—18 hombres.

    Segundo torreón de la Compañía A—4 hombres.

    Tercer torreón de la Compañía B— 4 hombres.

    El Hormiguero (segunda fuerza de ataque)— 6 hombres.

    Tráfico y Defensa (entonces junto en un solo cuartel)— 6 hombres.

    rimera, segunda, tercera, quinta y sexta secciones de policía— 5 hombres en cada una.

    Central de comunicaciones— 5 hombres.

    Ferrocarril—5 hombres.

    Capitanía de Marina— 4 hombres.

LAS OTRAS FASES

    Lo que se ha descrito antes era la quinta fase del plan. La sexta fase planeada por Ribas Montes incluía la reconcentración de las unidades de ataque que hubieran asegurado sus posiciones y la organización de nuevas unidades para apoyar a las que hubieran tenido dificultades muy serias y no hubieran podido lograr sus objetivos.

    Una octava fase del plan incluía el avance sobre las posiciones del ejército en los departamentos que quisieran ofrecer resistencia.

FALLO EN LA TERCERA

    La primera y segunda fase del plan funcionaron perfectamente. El armamento consistía de 30 ametralladoras, 200 fusiles y 2 ametralladoras de trípode, además de muchas armas cortas.

    Al entrar el plan en su tercera fase, el Plan General empezó a fallar, por el hecho de que la operación requería por los menos 130 hombres, y sólo se había concentrado 45 o 50, cuando un mandador de la hacienda “Santa Anita”, del General Somoza, informó de movimientos sospechosos en las quintas “San Salvador” y “La California”.

    Las avionetas de la FAN empezaron a sobrevolar el lugar, y se consideró que el plan había sido descubierto. Otra falla fue que la gente que llegaba a las quintas era inexperta en el uso de las modernas armas que le daban, y quedaban en posesión de ellas apenas con un conocimiento mínimo de su operación.

    Cuando la dirección se dio cuenta de que el movimiento había sido descubierto, por sugerencia de Pablo Leal, que conocía bien la zona del mar en Casares, se dispuso el traslado de la fuerza a esa zona, para tratar de enmontañarla.

    Cuando se realizaba el traslado fue que se produjo el incidente del “Caballito Blanco”, bien conocido, la huída por los cafetales de Carazo y la masacre de prisioneros, y quema de los cadáveres efectuada con saña terrible en diversas zonas del departamento de Carazo.

EL ÚLTIMO REFRESCO

    Los contactos para obtener combatientes en Managua se realizaron con gran prudencia.

    Los contactados que aceptaban participar eran llevados primero a una casa en Managua y luego a la quinta, donde había vigilancia militar apostada con ametralladoras y listas a disparar si llegaba gente hostil.

    En diversas reuniones se planearon incontables detalles. Entre los incontables incidentes, frases, actitudes, se recuerda la de Agustín Alfaro, que, al escasear los refrescos durante una de las reuniones, dijo a uno de los civiles que llegaban como combatientes: “Tómate este refresco que es el último que te vas a tomar”.

    La broma fue festejada con cierta restricción por la solemnidad que también implicaba. Irónicamente, el civil a quien iba dirigida sobrevivió en la conspiración, en tanto que Alfaro fue uno de los presos ejecutados fríamente por órdenes del Gral. Somoza García.

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sábado, 6 de enero de 2024

Columna Dariana / UN POEMA DEDICADO “A DIOS” POR RUBÉN DARÍO. Por: Dionisio Camallo Fierros*. En: La Noticia. 26 de Abril de 1967.

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    Mediatizado por la emoción (por primera vez vengo a la América española, después de más de treinta años de familiaridad con sus libros y autores) me asomo a las páginas del diario nicaragüense LA PRENSA GRÁFICA, por complacer a su Director en los naturales deseos de difundir entre los compatriotas del gran RUBÉN DARÍO un patético entrañable y hondo poema suyo, prácticamente inédito a fuerza de olvidado. No lleva título, ni fecha, pero fácilmente se comprende que va dirigido “A DIOS”, y por su acento intimista y angustioso debe suponerse que ha sido escrito entre 1904 y 1910, o sea, en el período en que la voz del poeta se hace grave y se adensa doliente, logrando las más cimeras marcas de su dramático alpinismo: soneto “A Phocas el Campesino”, “Ganivet”, “De Otoño”, “Melancolía”, “La Dulzura del Angelus”, “Spes”, “Amo, amas…”, “Lo Fatal”, “Triste, muy tristemente”, “Los Nocturnos”, “Poemas del Otoño”, etc., etc.

    Poemas, todos citados, de impresionante escaladura, sometidos a la íntima presión de las altas atmósferas del espíritu que lo mismo pueden ser calificados, en profundidad y no en altura, como buceadores, momentos en los que RUBÉN se sumerge en la escalofriante conciencia, descendiendo a sus más misteriosas zonas abismales. Si, estoy seguro, o al menos tengo la corazonada (compulsas estilísticas ayudan a entenderlo así de que) los tres serventesios alejandrinos que hoy ofrendo a “los nicas”, pertenecen a la época que va desde “Cantos de Vida y Esperanza” que ya en 1905 mejor se llamaría de “agonía y desencanto”, a “Poema del Otoño y otros poemas” (1910). Ya no se trata de RUBÉN brillante y poroso, “pero en sus oros y en sus tules”, sino del acrisolado por las personales experiencias tristes y hendido por el taladro del color.

    Aun repito su maniático vocablo oro (quién sabe si no es una irradiación telúrica de su medio natal: “el nicaragüense sol de encendidos oros”), pero ya se trata de un oro simbólico y transustanciado, aquél de que está formada el áncora de la ilusión divina. El poeta se muestra en principio optimista, esperando, pero el cuarto verso de la primera estrofa, dijérase que es trasunto expresivo y entrecortado del llanto.

    Esa feliz y nerviosa consonancia interior: “y oro y lloro”, quizás sea juzgada defecto técnico por oídos poco avezados, pero ¡Cuánta compunción no sugerirá a las finas y adiestradas sensibilidades! Y aún se acentúa más el poder removedor en la segunda estrofa, con un impresionante verso inicial: “Más el don que diste de comprender me abruma”. Qué anonadadamente y cierta reflexión, destiladora de zumo agridulce; el de la grandeza y la servidumbre de la inteligencia.

    En efecto, ésta es un límite de gusanillo de luz cuando la colgamos en lo más alto del aqueróncito panorama sobrio. Solo la fe, ese talismán mágico, sordo y ciego, que se tiene o que no se tiene, pero que no se inventa, es capaz de vencer a esas “dudas candentes” (¡Genial y tremenda adjetivación!) que DARÍO confiesa haber mordido en ocasiones. Y ¡qué tono contagiador al confesarnos el poeta que llegó a tener miedo de la no presencia de Dios y al pasar la culpa de ello al gran pecado implícito en el arrojo (también señaladísimo triunfo de la humana estirpe) de morder la fruta de la ciencia! Fruta de la necesaria tentación intelectual, espuela y acicate del progreso del mundo. Fruta de gajos engañosos, que esconde el acíbar, y hasta el veneno, tras el néctar y la dulzura.

    Poema, en fin, a la altura de la ocasión en que se difunde, digna del alcance del día de hoy, y que no carece de un diluido antecedente dentro de la obra del propio DARÍO. En 1885, en la obra arrogante y juvenil, faltó aún de dolorosa experiencia, vuestro poeta escribió la extensa composición “El Porvenir”, que luego incluyó en “Epístolas y poemas” (Primeras Notas. Pues bien, las estrofas 13 y 14 del tiempo VII del mencionado poema, dice así (destacaré en mayúsculas los pasajes que corroboran mi punto de vista):

    Es el árbol del Génesis su CIENCIA: --quién saboree SUS AMARGOS FRUTOS, sentirá en la conciencia— del genio los sagrados atributos.

    En el árbol del Génesis sagrado –con la savia del hombre alimentado, --que ha crecido y crecido, --y sus ramas robustas ha extendido— para abrigar al hombre venidero; --que si al hombre pasado –ofreciera SU FRUTO, ENVENENADO— por la ruda intención de un Dios severo”.

    Qué distancia la recorrida por el cambiante lírico de Nicaragua entre estos versos difusos, opacamos doctrinales, y el apretado clamor que hoy os doy a conocer, que tampoco está exento de retórica andadura, y hasta de imperativos de fuerza de la consonante en los tres versos primeros. Sin embargo, ¡qué escalofrío de conjunto! y cómo nos damos por aludidos al enfrentarnos con un tema que es de todos! ¡que nos asedia cotidianamente!

    Y aún hay otro momento dariano relacionado con la plegaria “A DIOS”, el comienzo de la quinta estrofa del célebre “Nocturno”, “Quiero expresar mi angustia en versos que abolida / dirán mi juventud de rosas y de ensueños…”

    Se trata del instante en que el meditabundo formula la amarga evidencia: “El ánfora funesta del DIVINO VENENO— que ha de hacer por la vida la TORTURA INTERIOR…”

    Interior tortura decantadora alma de aquél que Don Ramón del Valle Inclán llamó “el índico y profundo RUBÉN DARÍO”. Cómo se me redondea ahora el sentido de su mensaje al ver allá, al fondo, a la derecha, el cónico Momotombo, y a sus pies el lago tranquilo, solo de cuando en cuando rizado por el ala invisible del genio del poeta. Volcán y lago que una vez más sirven de símbolo de la lenta combustión humana del vate “fue un pedazo de fina naturaleza puesta a arder) y del sueño de su combatido espíritu: remanse y espejarse en Dios. Que este lo haya otorgado a quien un día –pudo autodefinirse—“dulce alma de sufrimiento y de pasión”.

    En todo caso, no cabe duda que ha conquistado la tercera vida, teorizada en verso por el gran Jorge Manrique; la vida póstuma, la del buen crédito. Su lírica ha sabido resistir las erosiones del tiempo y se ofrece al paladar del oído, al tacto del alma, tierna y diamantina, elegante y lloradora.

    Qué felicidad proclamar hoy aquí, en Managua, no sin ser fiel a la lógica de la gratitud y expresar públicamente nuestro reconocimiento a la fragante Nicaragua, a través de la Comisión rectora de la conmemoración del Centenario, presidida por un motor de entusiasmo: el Ministro Sansón Terán, que en honor al gran Poeta ha convertido la capital de esta pequeña gran República en un lugar condigno, “en donde las famas erigen sus largas trompetas”.

    Y naturalmente que no podemos olvidarnos de la natal Metapa, de la hoy Ciudad Darío. Perteneció antaño al Departamento de Nueva Segovia. ¿Se olvidará hoy de ello, en mi distante España, Segovia la Vieja…?
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* Dionisio Camallo Fierros – (Ribadeo, España. 25 agosto de 1914 – Madrid, 16 de enero de 2000)

1 - Encabalgamiento: “Quiero expresar mi angustia en versos que abolida/ dirán mi juventud de rosas y de ensueños”. “…El horror/ de ir a tientas, en intermitentes espantos, / hacia lo inevitable, desconocido, y la/ pesadilla brutal de este dormir de llantos/ ¡de cual no hay más que Ella que nos despertará!”

RECUERDOS DEL MANAGUA VIEJO: EL PADRE LARA Y EL PADRE SATURNINO. Por Juan García Castillo En El Centroamericano. 21 de Enero de 1970.

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    Después de varios años de ausencia de Managua, un día fui a visitar la Iglesia de San Antonio, remozada al igual que el templo de Santo Domingo, por las órdenes religiosas, que tienen a su cargo, esos lugares de meditación y recogimiento.

    La visita al templo, me trajo la remembranza de un sacerdote managüense, extinto, el Presbítero Jesús María Lara (el Padre Lara).

    Este religioso decía públicamente, que profesaba del liberalismo y era ferviente admirador de su amigo y coterráneo, el general José Santos Zelaya, ex Presidente de Nicaragua.

    Belicoso, el Padre Lara gustaba que lo tomaran por “valiente”, y desafiaba a cualquier persona con quien discutía.

    Se cuenta muchas anécdotas de este sacerdote, audaz, amigo del debate, con cualquier hijo del vecino.

    Cuentan que una vez dialogaba con un feligrés de la Parroquia San Antonio, de la cual fue Párroco varias veces, y se acaloró en la discusión, que, saliendo del templo hacia la Plaza, dijo a su contrincante verbal, despojándose de su sotana:

    Allí está el Padre Lara, aquí está Jesús María Mara, el hombre, te querés agarrar conmigo a los golpes, con puñal o como sea”.

    Refieren los que presenciaron la escena, que el ciudadano católico, ante la actitud agresiva del discípulo de Cristo, su contrincante, dio media vuelta y huyó sin aceptar el reto.

    Gustaba el Padre Lara de tomar licor (aguardiente).

    Un día fui invitado a concurrir a la celebración de un matrimonio en Mateare y el sacerdote oficiante era el Padre Lara. Como se estimaba en los matrimonios, durante la noche fue la fiesta una verdadera francachela, tomando aguardiente y el Padre Lara libaba con nosotros toda la jornada…

    Por la madrugada fue el casamiento y después regresamos todos a nuestras casas, bastante achispados.

    El Padre Lara era conocido y apreciado en el Managua de antaño. No conozco el año en murió el Padre Lara, pero evoco su memoria como uno de los legítimos managuas de ayer.

EL PADRE SATURNINO

    En el barrio en que nací y pasé los primeros años de mi niñez, en Managua, el barrio de Nisperal, estaba una esquina, una cuadra al sur del actual edificio de “La Prensa”.

    La casa era de pobrísima apariencia, como casi todas las del Managua aldeano. Allí vivía y era de su propiedad, el Padre Saturnino. Cuando murió el Padre Saturnino, la casa quedó deshabitada y circulaba entre los habitantes de la zona la especie que el Padre Saturnino había dejado enterrado un saco de monedas en la pared.

    El Padre Saturnino era el sacerdote católico, un poco ilustrado de aquellos tiempos en Managua.

Se contaba que sus sermones eran peculiares por las frases que empleaba.

    “En este mundo”, decía, ya no hay nada que pueda llamarse por su nombre”. Al real le llaman realejo; a la mujer, volado, al pan o al alimento, manduco o mandurria, y así por el estilo, lo que demuestra que esta Managua está corrompida.

    Esta clase de sermones se oían con devoción y con frecuencia por parte del Padre Saturnino, quien era uno de los pocos discípulos de Cristo que había en la antigua Managua

REMODELACIÓN DE LOS TEMPLOS

      Para los que conocimos las iglesias del Managua aldeano, y vemos como han sido remodeladas, nos causa asombro, sus edificios actuales, evocamos las fachadas de los templos de San Antonio, Santo Domingo y San Pedro. Fachadas humildes, de adobe, sin ningún atractivo arquitectónico y recordamos las festividades que antaño se celebraban en sus plazoletas. En San Antonio las ferias de Agosto y Semana Santa, verdaderas orgías de licor y juegos de dados.

        En Santo Domingo la “barrera” para lidias de toros, al igual que en la plaza de San Sebastián, cuya fachada era igual que la de los templos mencionados anteriormente.

   Es grato recordar estos aspectos del Managua aldeano y consagramos un recuerdo a los sacerdotes que hemos mencionado, humildes, sencillos, con verdadero fervor religioso, aunque a veces era, sobre todo como el Padre Lara, un hombre sin investidura religiosa.
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GERARDO DIEGO CIERRA CURSO SOBRE RUBÉN DARÍO. La Prensa. 30 abril de 1967.

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    En el Instituto de Cultura Hispánica, de Madrid, fue clausurado el curso de conferencias sobre Rubén Darío organizado por la Cátedra Ramiro de Maeztu, con la intervención del ilustre académico poeta don Gerardo Diego, que disertó sobre el tema “Ritmo y espíritu de Rubén Darío”.

    Se encontraban presentes el director del Instituto, don Gregorio Marañón Moya; el director del curso, don José María Souvirón; los embajadores de Guatemala y Costa Rica; la sobrina del poeta, doña Rosa Turcios Darío de Vaquero, y una representación de la Embajada de Nicaragua.

    El ilustre conferenciante comenzó por analizar separadamente el ritmo en cuanto a su valor material y espiritual en la obra de Rubén Darío y en cuanto a la materia, partiendo de Bécquer, en contraposición del espíritu. Añade que Darío sabe que en la poesía se funden espíritu y carne, materia y alma, miseria y transfiguración, lucha terrible para sucumbir un día y otro y al mismo tiempo paz. La definitiva fusión, el último abrazo, no se realizará hasta el final de la muerte del tránsito cristiano.

    Recuerda don Gerardo Diego y comenta su poema “Lo fatal” y hace un estudio del ritmo poético de Rubén Darío, deteniéndose especialmente en su elasticidad, así como en el color orquestal de su verso incomparable. El poeta se anticipa de este modo con un poema, “Marina”, unos años a “La Mer de Debussy”, inspirada como los versos de Darío, en la visión del mar de Normandía.

    A continuación, el disertante presentó varios ejemplos de estrofas y versos sueltos del gran poeta, destacando especialmente “Venus desde el abismo”, que aparece en el primer libro enteramente responsable de Rubén, “Azul”. Este singular soneto de extraños versos, fue desconcertante para su época. Comentó ampliamente del libro “El canto errante”, “Los piratas”. Dijo también de Darío como todos los buenos poetas, sintió hambre de espacio y sed de cielo y resaltó que supo dejar en cada verso un símbolo. Se refirió después a los procedimientos estilísticos, donde se encuentra la repetición y la prolongación sutil y variada. El poeta se acordaba de sus versos cuando escribía en prosa, pero disminuían, pues les falta la temperatura lírica.

    Don Gerardo Diego finalizó su amena, interesante y documentada conferencia poniendo de manifiesto que ritmo y espíritu se conjugan al fundirse en inseparable unidad en la obra de Rubén Darío.

(“ABC” de Madrid)

NOCHEBUENA EN LA VIDA ALDEANA DE LA CIUDAD. Por: Juan García Castillo. El Centroamericano. 7 de septiembre de 1967.

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    Cuando se desconocían el Aguinaldo y las flamantes cenas. –Gallina con vinito para los acomodados. Los pobres su Nacatamal y a la Misa del Gallo

    La Noche Buena en la ciudad de antaño era humilde, como humildes eran sus pobladores, sus costumbres, sus casas, todo.

    Cómo se asustarían nuestros abuelos de presenciar las celebraciones pascuales de hoy.

    En la sencilla vida de la ciudad aldea, la clásica comida para la Noche Buena era el típico nacatamal. Apenas en alguna que otra casa acomodada, se cenaba con gallina y su botella de vino.

La “cena”, era en las primeras horas de la noche. Había que estar listo y hecha la digestión para la Misa del Gallo.

    Eran las celebraciones religiosas las que interesaban a los pobladores de la ciudad. Los maitines (1) con su clara y alegre música, bullanguera, que pone la nota de alegría desde las primeras horas de la madrugada. Los “nacimientos”, otro de los atractivos de la Pascua, pero indudablemente el más admirado era el don Ramón Sáenz, un caballero que residía donde hoy es la zona de la Escuela de Artes. Hasta allí llegaba la gente a admirar las reproducciones de Belén, los Reyes Magos, el Río Jordán, el establo y otros aspectos más de la venida de Cristo. Sobresalían San José y la Virgen. Cómo golpeaban en nuestras mentes infantiles esas escenas del suceso bíblico. Había otros nacimientos notables en Managua de aquella época, igualmente atractivos, pero se llevaba la palma el de don Ramón Sáenz.

    Humilde Noche Buena de la ciudad aldea, con alegría sana y sencilla de recogimiento espiritual, de descanso y satisfacción para la mente y el cuerpo.

    El Padre Saturnino en San Sebastián o el Padre Obregón en La Parroquia, oficiando la misa del gallo y el primero de los sacerdotes mencionados, pronunciando uno de sus típicos sermones, sin rebuscamiento.

ESCONDIENDO EL DINERO EN PAREDES

    El Padre Saturnino, otro sacerdote del Managua de antaño, parece que gustaba atesorar. Era la época de los diezmos y primicias. Yo conocía la casa en ruinas del Padre Saturnino. Estaba en el mismo sitio en que hoy está el flamante edificio del Hotel Panamericano. Muchachos llegábamos, hurgábamos las paredes y salían los “macacos”. Muchas gentes de edad, excavaban en el piso y dicen que encontraron algunos dineritos.

DESCONOCÍASE EL AGUINALDO

    Comido su “nacatamalito” los pobres y su gallina con vinito los acomodados, después de la misa del gallo, los pacíficos habitantes se iban a dormir. Ese día se habían desvelado. No se levantaban con el canto del gallo, sino hasta que el sol “ya estaba bien alto”.

    Aguinaldo, Christmas, palabras modernas que no conocieron nuestros antecesores de la ciudad aldea. Alelados quedarían ahora, con la ruidosa y esplendorosa celebración de la Noche Buena. Cómo se les irían los ojos y cómo se relamerían la boca con los pavos y demás viandas en las cenas de la Noche Buena de hoy. Tampoco había esa ansiedad infantil, por saber lo que le traería el Niño Dios, ni algarabía de la muchachada, el 25, atronado el ambiente matinal con los juguetes obsequiados por Santa Claus.

    Los muchachos de antaño, cuando más teníamos un pito de carrizo de bambú, para ejecutar o acompañar la dulce música de los villancicos de la Pascua.

    Y quizás por eso porque la Noche Buena, como las demás festividades, no tenían como hoy, el esplendor y lujo, no eran motivo de ansiedad para conseguir para los estrenos y los regalos y las cenas, por todo eso, es que nuestros antepasados, tenían larga vida.

    Costumbres frugales, vida sin las intrigas de nuestra época, ayuna de ambiciones, así era la existencia en esta ciudad, antaño la Noche Buena era como cualquier día del año, con la excepción de que ese día los pobres cenaban con su nacatamalito y su “tibio” y los acomodados, con su gallina y su vinito, que alegraba sus espíritus por un momento para continuar después la vida vegetativa de la aldea.
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